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Música y comida: ¿cómo combinan?

¿Se ha preguntado alguna vez cómo eligen los restaurantes la música que ponen?

¿Se ha preguntado alguna vez cómo eligen los restaurantes la música que ponen? Lo más probable es que dependa del gusto personal del gerente del restaurante, pero ¿ha influido alguna vez la elección de la música en el disfrute de la comida? Más aún, ¿cree que la música ha influido realmente en la forma en que ha percibido los sabores y texturas de esa comida y que los habría percibido de forma diferente con una banda sonora distinta? ¿Le parece poco probable? Pues parece que no. Las investigaciones se centran en cómo nuestra percepción de los gustos, sabores y texturas se ve influida por los sonidos que escuchamos mientras comemos.

Se ha demostrado que el tempo y el tono, así como el género musical, influyen en el comportamiento alimentario y la respuesta a los alimentos. La música lenta tiende a ralentizar la velocidad a la que comemos, por lo que los clientes pasan más tiempo en los restaurantes y pueden pedir más platos. El tipo de música también puede influir en nuestras elecciones: un estudio ha demostrado que la gente compraba vinos más caros cuando sonaba música clásica, pero seleccionaba botellas de menor precio cuando sonaban éxitos pop de fondo. También se ha demostrado que el género musical influye en el grado en que las personas dicen que les gustan los mismos alimentos. Por ejemplo, la música jazz aumenta significativamente el gusto por el chocolate en comparación con el hip hop.

La música y los sonidos son potentes activadores de la memoria y pueden utilizarse para mejorar nuestra percepción de los sabores y la calidad de una comida. Heston Blumenthal sirve su plato de pescado en el Fat Duck de Bray con un iPod que reproduce "Sonidos del mar". ¿El resultado? Los comensales recuerdan días en la costa y las imágenes y olores asociados aumentan su percepción del plato, que sabe más fresco y a pescado.

¿Y el tono? El tono ha sido objeto de numerosas investigaciones que han demostrado que puede influir en el tipo y la intensidad de los sabores percibidos. Así, por ejemplo, la música aguda tocada en un piano realzaba el dulzor del caramelo, mientras que la música grave tocada con instrumentos de metal hacía que el mismo caramelo se calificara como más amargo. Sin embargo, la música de piano también se calificó como más agradable, lo que puede explicar por sí mismo la asociación con el dulzor. Otros estudios han encontrado una asociación entre los sonidos agudos y la acidez. En el caso del vino, por ejemplo, la luz roja y la música "dulce" aumentan el disfrute del vino, mientras que la luz verde y la música "ácida" reducen el gusto por el vino, que se describe como menos fresco y de peor calidad.

El modo en que el sonido y la música pueden influir en nuestra percepción y disfrute de los alimentos y los vinos es objeto de continuas investigaciones. Piénselo bien la próxima vez que invite a sus amigos a cenar.

Este artículo se basa en un ensayo escrito por Ruth Greenaway. Haga clic aquí para acceder al artículo completo y las referencias asociadas.

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